Para que una relación de pareja funcione, debe estar basada en el amor, la comunicación y el respeto. Cuando comenzamos una relación, es importante, observar una actitud de respeto con nosotros mismos, con nuestra pareja y con la vida en común.
Mantener la pareja. Es fundamental no perderse el respeto aunque surjan diferencias.
Al comienzo de una relación de pareja todo es alegría, diversión, pasión, ilusión... Vemos a la otra persona como un ser maravilloso carente de defectos. Pero, con el paso del tiempo esos sentimientos se reducen y surgen momentos de aburrimiento, rutina, desencanto, incomprensiones, discusiones... Son situaciones que forman parte de la vida en común y a los que no hay que temer cuando se trata de una relación sólida.
Es natural que tarde o temprano aparezcan enfrentamientos y malos momentos. Por lo general, le ocurre a personas que poseen formas de ser diferentes y, por muy enamorados que estén, es normal que surjan diferencias entre ellos. Lo fundamental, es que aunque existan diferencias y malos momentos, nunca lleguen a perderse el respeto.
Las parejas deben hacer una distinción entre su vida personal, la del otro y la vida que tienen en común. Al formar una relación, no debemos renunciar a uno como ser individual que somos y dedicarnos exclusivamente a la otra persona. Eso, sería un gran error que no sólo nos afectaría a nosotros mismos, sino también a nuestra relación de pareja.
Para mantener una buena relación, es esencial que la vida particular de cada uno, sea aceptada y respetada por el otro.
Respeto hacia uno mismo.
Cuando nos enamoramos, entendemos que debe haber respeto hacia el cónyuge. Sin embargo, no tenemos tan claro la importancia del respeto hacia uno mismo.
Respeto hacia el otro. Respetar a nuestra pareja es aceptar las diferencias personales en cuanto a gustos, ideas, costumbres y formas de entender la vida. Es aceptarla tal y como es, sin intentar cambiar ninguna característica de su personalidad, asumiendo tanto sus cualidades como carencias o defectos. Es mostrar interés por su vida, preocupándonos e interesándonos por su trabajo, familia, proyectos o estado de ánimo.
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